EXPOSICIÓN COLECTIVA "EPÍLOGO ILIMITADO" EN LA 77



“Despídete de tu barrio y del mundo en general, 

Y que en la tierra nadie quede sin bailar …” 


La canción del fin del mundo
Rubén Blades

Ante la dudable certeza del fin del mundo este año, y la imposibilidad de representar en su completitud un tema cliché, esta exposición se apropia de la cultura popular para recordar que los finales están presentes todo el tiempo, algunas veces con mega producciones y otras mas personales. 

El fin del mundo es un tema abrumador, mas que por el contenido, por su forma. Las producciones mediáticas han vendido una imagen espectacular: desastres naturales, robots asesinos, mutaciones y virus fuera de control y a la par tantos espacio dedicados a la investigación y difusión de arte han abordado este tema desde las oscuridades bíblicas que no queda mucho para decir, es decir entre Terminator 2 y el New Musseum no hay tanta diferencia.

Epílogo ilimitado traza 3 ejes para recorrer desde distintos finales alternativos con el objetivo de privilegiar un poco la parte conceptual sobre los acercamientos únicamente representativos, pero sin caer en pretensiones teóricas. 

Tomando el camino de la exageración con grandes contenidos visuales se encuentra Jhavier Loeza, quien presenta el irremediable caos en la Ciudad de México a través de mega producciones estilo película hollywoodense. En el mismo territorio transitan Pablo Cotama, Gustavo Rodríguez Nava y Pablo Zeta quienes con el uso de elementos de su entorno crean imaginarios que se derriten entre referencias y sinapsis. Cabe resaltar que el espacio exterior es un referente continuo en los cataclismos mega producidos, las obras de Manuel Díaz y Edmundo Barraza son perfectas para este tema que siempre resulta intrigante. Para terminar con esta línea, que es muy extensa, los trabajos de Alejandro Osorio y Ricardo Pulido hacen confrontaciones sobre el lugar de la humanidad cuando llegue la hora final.

Bajo un nivel mucho mas personal y en contraparte de las exageraciones, se encuentra la obra de Olivia Vivanco, quien durante su infancia habitó en la casa que ahora vivimos como galería. A través de la sutileza muestra que el límite de la vida es el único final que viviremos en carne propia.

Por último, Laura Pirez y Marcos Betanzos son capaces de observar el fin y el principio de una era a otra; mientras Javier Arean hace perceptible el paso del tiempo a través del abandono. Según el antropólogo francés Marc Augé las ruinas no tienen nombre ni estatuto, pero son capaces de exigir recuerdos, de aquello que se terminó y volvió a comenzar.


Artistas participantes
Laura Pirez, Jhavier Loeza, Alejandro Osorio, Manuel Díaz, Olivia Vivanco, Marcos Betanzos, Pablo Zeta, Edmundo Barraza, Javier Arean, Ricardo Pulido, Gustavo Rodríguez Nava y Pablo Cotama.
Curaduría: Beatriz H. Caraveo
Nota en la Revista Cuartoscuro

Nota de prensa en La Jornada de Oriente


Presentó Olivia Vivanco su libro Guadalupeun proyecto fotográfico sobre su madre

Por : Paula Carrizosa
La fotógrafa Olivia Vivanco presentó en Puebla su libro Guadalupe, en el que retrata una historia personal: la relación con su madre, una mujer con la que apenas convivió en su niñez, de la que se separó en su juventud y a la que regresó en su edad adulta.

La becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) señaló que el proyecto comenzó cuando Guadalupe enfermó y tuvo que regresar a su casa para cuidarla. Ahí, mientras revisaba el álbum familiar, se dio cuenta de que había una ausencia de imágenes tanto de ella como de su madre. 

El regreso a la casa materna coincidió con el proyecto que la fotógrafa debía presentar como parte del Seminario de fotografía contemporánea que tomó durante 2007 en el Centro de la Imagen, en donde tuvo como tutores a expertos de la disciplina como Ana Casas, Gustavo Prado y Gerardo Montiel Klint.

Apoyada en un anterior proyecto titulado “Isalia”, en el que documentó la vida de una mujer que se dedicaba a la limpieza de cinco casas distintas en el Distrito Federal; Olivia Vivanco comenzó con un proyecto personal, que fue apoyado por el Fonca y que se convirtió en un libro íntimo. 

“Me dispuse a llenar ese álbum personal, trabajé para completar mi historia”, manifestó durante el acto en la Fototeca Juan Crisóstomo Méndez.

“Cuando niña, su madre la entregó a una familia para que la criara, pero en realidad estuvo a su servicio. Se casó a los 16 años, fue madre por primera vez a los 17 y, a los 27, tenía ya siete hijos. Pasó su juventud lavando ropa ajena, planchando camisas para una tintorería y criando niños. Para esos siete hijos Guadalupe no fue una madre amorosa, no había tiempo. Diez años después nací yo”, escribió la fotógrafa, pues el proyecto también se convirtió en un ejercicio de escritura.

Además de la publicación impresa, el libro puede verse de manera digital a través del sitio electrónico http://issuu.com/oliviavivanco/docs/ovt-g_14022011



Del álbum al encuentro



Guadalupe, un libro fotográfico breve, es también el último escaño de un proyecto mayor que comenzó al mismo tiempo en que Olivia Vivanco descubrió su pasión por la lente.


Tras revisar su álbum familiar –un ejercicio que comenzó desde niña–, halló la figura de un tío que también fue fotógrafo, y que obligaba a sus hermanos a posar y a lucirse en las tomas. Inspirada en aquellas imágenes, empezó su primer proyecto, que consistió en la reproducción de esos retratos.

Para hacerlo, se trasladó a las calles de la ciudad de México, en las que todavía los niños jugaban. “Los niños eran como la infancia que yo no había tenido, era como vivir los juegos y la complicidad que no tuve, era hacer míos esos recuerdos”, expresó la fotógrafa.

Luego realizó una serie de retratos de niños y adolescentes que habitaban las calles y los cruceros de la zona centro del Distrito Federal. Bajo el nombre de “Presencias ausentes” les devolvió a aquellos personajes “un poco de visibilidad, la misma que les quitamos cuando los ignoramos”.

Al concluir esa etapa, Vivanco se acercó a las Estancias primarias para niños jornaleros que coordina la Secretaría de Educación Pública a nivel federal para realizar el proyecto “Niños migrantes”, con el que retrató a las familias y a los menores provenientes de estados como Oaxaca, Guerrero o Chiapas, que habían intentado cruzar hacia Estados Unidos.

Con “Miradas interiores” en cambio, la artista tomó una cámara de fotografías instantáneas, una Polaroid, con la que retrató imágenes externas e internas: las primeras dedicadas a captar paisajes y las otras, para plasmar a una serie de mujeres desnudas al interior de su casa, es decir, de su espacio cotidiano.

A éste le siguió “Isalia”, un foto–ensayo que retrató a esta mujer de 36 años que es trabajadora doméstica, y que Vivanco vio como “un personaje femenino, una mujer que pasa de un espacio propio a otro ajeno, que se mimetiza en cada uno de ellos”.

Destaca que dicho proyecto se convirtió en un cortometraje, que incluso, fue incluido en festivales como Pantalla de Cristal y Mujeres en el Cine y la Televisión, durante 2009.

http://www.lajornadadeoriente.com.mx/noticiam/puebla/presento-olivia-vivanco-su-libro-guadalupe-un-proyecto-fotografico-sobre-su-madre_id_7523.html

Foto Festín 2012. Charla en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM

Miércoles 18 de abril de 2012, 12:00 hrs. 
Auditorio Francisco Goitia de la Escuela Nacional de Artes Plásticas


"Mi trabajo que comenzó como documental, ha tomado conciencia de sus verdaderas motivaciones: las fotos que habitan en el álbum y sus historias, las dichas y las no dichas, las fotografías que están y las que faltan. Alrededor de esta idea es que el proceso se ha ido transformando convirtiéndose cada vez más personal, más íntimo. ¿No compartimos los seres humanos la misma esencia?, entonces, lo personal toca a todos, los personal es universal"

Isalia. Cortometraje documental.


Cortometraje realizado con el apoyo de la Escuela Itinerante de Video Documental 
de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Vistas








Limbo





El trabajo fotográfico de Olivia Vivanco va en la búsqueda de las historias que guardan la imágenes, desde las más íntimas y familiares, hasta aquellas que revelan una catástrofe. Limbo, la serie inédita que aquí nos presenta, es una conjunción de estos elementos: las catástrofes íntimas que se manifiestan en imágenes. Les dejamos una entrevista para que la conozcan.

¿Cómo entraste al mundo de la fotografía?
Viendo fotografías, las que estaban en cajas en el ropero, las mismas una y otra vez y escuchando en varias versiones, las historias que las acompañaban; en la adolescencia lo hice consciente y empecé a acercarme. Creo que entré a la fotografía para hacer hablar a las imágenes y para que las imágenes me hablaran.

¿De dónde parte tu mirada, qué busca?
Parte de preguntas, sobre los otros y sobre mí misma. Busco respuestas en las imágenes y en las personas, me gusta encontrar. Los hallazgos traen siempre nuevas curiosidades y nuevas búsquedas; es un círculo que no se cierra.

¿Cómo nace la serie Limbo?
Nace de un estado emocional de estar y no estar en el que los objetos y las situaciones que no habría fotografiado empezaron a ser lo único que veía, se magnificaban, los pequeños caos opacaban todo. Cuando ese estado pasó, pensé que esas pequeñas cosas debían ser fotografiadas para recordarme que también son parte de la vida.

¿Fotografía análoga o digital?
Historias, en cualquier lenguaje. Estoy convencida de que cualquier medio es válido mientras se tenga claro lo que se quiere decir, el equipo no tiene que ser un impedimento. Yo comencé con fotografía análoga y fue un acercamiento romántico con la imagen, pero creo que cada medio tiene su encanto, está en quien lo usa el encontrarlo. 

¿En qué estás trabajando actualmente?
En buscar nuevas historias adentro y afuera. Me he dado cuenta de que todas las historias, aunque no sean propias, pueden llegar a ser muy íntimas. Me gusta la sensación de intimidad que se puede tener con una imagen. Me parece que ir y venir entre historias propias y ajenas hace que la mirada se enriquezca. Creo que en eso estoy trabajando.

* Entrevista publicada en la Revista Registro